Calvi (CORCEGA DIA 1)




Tras un larguísimo viaje en carretera desde Gijón con cerca de 1.300 kilómetros y muchos peajes.  Tomamos el ferry que nos llevará a tierras corsas.
Deciros que existen varias compañías que realizan este servicio desde los puertos franceses de Marsella, Toulon o Niza.  Estas son: Corsica Ferries (la que tomamos en esta ocasión), SNCM Ferries (con la que haríamos el viaje de regreso) y La Méridionale.

El viaje de ida para dos personas y el vehículos nos salió por 93 euros sin ningún tipo de acomodo en el barco, lo hicimos así ya que el viaje sería de día y este ferry nos daba la opción de contratar el viaje sin obligación de coger silla o camarote.
Deciros que la reserva se ha de realizar con bastante antelación ya que de lo contrario el precio se encarece de manera considerable.
En la foto vemos el puerto y la ciudad francesa de Toulón en el momento de nuestra partida 



Toulon es una ciudad bastante grande situada a unos 50 km al sureste de Marsella y cuenta con un importante puerto que le ha permitido tener a lo largo de la historia la base naval más importante de la Armada francesa en el Mediterráneo. Además, gracias a su puerto, Toulon se ha convertido en un una importante zona comercial y en una ciudad estratégica para poder llegar a otros lugares como Córcega.
Según vamos alejándonos del puerto de Toulon divisamos el fuerte Balaguier construido en 1634 y reforzado por Vauban, este cañón torre utilizada para proteger el puerto de Toulon cruzando sus fuegos con los de la Royal Tour



Aprovechamos el buen tiempo para tomar el sol en la parte superior del ferry.  El viaje duró un total de 7 horas y media.


Aprovechamos también,  para nuestra primera toma de contacto con  las cervezas corsas.
Las cervezas típicas de Córcega son la Pietra elaborada con harina de castaña, la Colomba (blanca) y la Serena rubia.
Personalmente la que más me gustó con diferencia fue la Pietra.  Mezclada con la malta durante la amalgama, se utiliza la castaña como una materia prima y no como un aroma. 
Para ser sincero yo no conseguí identificar el sabor a castaña, pero si es cierto que tiene un sabor peculiar posiblemente debido a este ingrediente.




La silueta del faro y torre de la Pietra nos indica nuestra llegada a Ille Rouse nuestro punto de entrada a esta bellísima isla.



En el día de hoy nos desplazaremos hasta Calvi que será nuestro centro de operaciones los dos siguientes días.  Nos alojamos en el camping Paduella, que fue a la postre el mejor de todos los que pisamos en Corcega.
Por cierto, muy cerca del camping pudimos ver  la sede del 2º Regimiento Extranjero de Paracaidistas,
una unidad de la Legión Extranjera Francesa. 


Tras instalar la tienda de campaña, aprovechamos lo poco que nos quedaba de tarde para visitar la población de Calvi.
Calvi es la capital de la región de La Balagne, es la ciudad corsa más cercana a la costa francesa del Mediterraneo; de hecho, a tenor de la bulliciosa cultura de cafeterías y restaurantes que rodea el puerto, parece transplantada de la mismísima Costa Azul.


  Atravesamos el puerto deportivo acercándonos a la ciudadela.
 Los primeros pobladores que se asentaron en la isla fueron los romanos.
Sometida al continuo pillaje de los piratas berberiscos, Calvi recayó bajo el laxo control de Pisa del s. XI al XIII.   Génova no tardo en hacerse con el control de toda la isla.  Fueron estos los que construyeron la Ciudadela de Calvi a finales del siglo XV.


Según nos acercamos a sus murallas vemos la Torre de la Sal Construida en 1897, este imponente torre es una antigua torre de vigilancia que se almacenaba la sal. Se adjunta a la ciudadela en 1934.  
 Los muros de la ciudadela y la torre de la sal  se han clasificado monumento histórico en 1992.



Su nombre proviene del latín "calvus calvo", es decir, en referencia a la roca viva sobre la que se construyó la ciudadela. Aquí vemos la ciudadela por la zona oeste.  En este punto una placa nos recuerda la teoría de que esta población vio el nacimiento del descubridor Cristobal Colón.



Esta angosta entrada nos da paso al interior de su ciudadela.  Sobre ella, talladas en una placa de mármol, unas palabras advierten a los visitantes: "Civitas Calvi Semper Fidelis". Esta fórmula, grabada en piedra, es testimonio de la lealtad de los habitantes de Calvi hacia Génova y no de su rival Pisa.
Esta última se disputó la propiedad de Córcega con Pisa y fue desposeída de la ciudadela más tarde gracias a la ocupación de los turcos, aliados con los franceses, antes de poder recuperarla con un tratado.



Desde lo alto de la ciudadela contemplamos las últimas luces del día sobre la Calvi moderna y su puerto deportivo.



Desde lo alto de sus murallas donde disfrutamos de un precioso atardecer, desde lo alto de sus muralles el paso del tiempo contempló varios asaltos de importancia:  logró rechazar desde invasores otomanos a ejércitos anglo-corsos, en particular durante el sitio de 1794, cuando la ciudadela se vio  atacada por las fuerzas del líder revolucionario Pascal Paoli, respaldado por los británicos. Durante la batalla el joven capitán Nelson perdió el ojo derecho.



Disfrutamos de recorrer sus estrechas y empinadas calles, donde nos topamos con el antiguo palacio del gobernador de Génova.  Edificado en el s. XIII. Funciona en la actualidad como comedor de oficiales de la Legión Extranjeroa.
También nos toparemos con L'Oratoire Saint-Antoine y con la catredral de St. Jean Baptiste y con   que vemos en la foto. En su interior protegido por un cristal se encuentra el Christ des Miracles de Marfil. Según la leyenda, fue el salvador de la ciudad tras la invasión franco-otomana del s. XVI.



Ya fuera de la ciudadela entre infinidad de terrazas de restaurantes para turistas, contemplamos la iglesia de Sainte-Marie



Tras el paseo aprovechamos para disfrutar de las terrazas de Calvi, lugar donde comprobamos (como ya suponíamos) que Corcega no sera un lugar asequible para nuestros bolsillos, teniendo que restringir bastante el terraceo, ya que por una pequeña caña de cerveza nos cobraron 4 euros a cada uno.  Comprensible, en cierto punto, teniendo en cuenta que el salario mínimo francés se sitúa por encima de los 1.400 euros (más del doble que el español).