POR LAS ENTRAÑAS DEL HAYEDO
El haya común (Fagus sylvatica) es un árbol caducifolio de la familia de las fagáceas de porte robusto y gran talla, que alcanza los 35 ó 40 m, con un tronco recto que lo hace muy valioso, y una copa ovalada en su tercio superior. Si el árbol crece aislado (no en espesura) cambia radicalmente, se abre muy pronto, siendo algo irregular, ramificándose desde abajo y variando mucho la copa.
Conserva la corteza prácticamente lisa durante toda su vida, de un gris ceniciento o blanquecino.
El haya es un arbol emblemático de la montaña asturiana, grandes hayedos pueblan nuestro territorio, pero la mejor manera de apreciar su belleza es olvidarse de pistas y anchos caminos y adentrarse por sus profundidades.
Aunque hasta en la penumbra que puebla estos bosques, el hombre ha sabido sacar provecho del terreno y refugio en el.
Aunque generalmente su tronco es recto y alargado existen ejemplares enormemente ramificados con un aspecto tan impresionante como este.
Sus hojas son de un color verde muy vivo por el haz volviéndose más oscuras en la madurez, y se disponen siempre en posición muy horizontal, captando la mayor cantidad de luz posible. Ello hace que sus bosques tengan un aspecto un tanto sombrío, casi propio de cuento de hadas, no permitiendo crecer en el suelo a apenas ninguna otra planta.
Con la unica compañia en el suelo de sus hojas secas, la alfombra que estas forman hacen que caminar por un hayedo sea una experiencia nada dificultosa.
El haya necesita suelos frescos y fértiles, con preferencia por los terrenos calizos; sin embargo logra vivir en suelos silíceos. Como tiene una elevada tasa de transpiración, necesita abundantes precipitaciones. Es una especie de sombra y por eso prefiere situarse en las laderas umbrosas de las montañas, es por eso que un elemento asociado a los hayedos sea la gran cantidad de musgo que cubre los bloques de piedra desprendidos entre las hayas.
Algunos ejemplares logran aferrarse a la misma roca en posiciones casi inverosímiles.
Vale la pena perderse maravillandose con cada rincón que se abre ante nuestros ojos, subimos y bajamos sin un objetivo fijo, solo el de admirar esta belleza que nos rodea.
Si el hayedo en si es un lugar de gran belleza, cuando este se encuentra en una zona en la que contrasta con la afilada y vertical roca, el lugar aún gana en grandiosidad y nos sentimos pequeños en este mundo de gigantes verticales.
Para sortear estos murallones petreos hemos de perder mucha altura, pero el lugar hace que nos olvidemos del esfuerzo que tendremos que hacer para ganar estos cientos de metros perdidos.
Lugares como este en el que agujas verticales y hayas se disputan el terreno hace que nos quedemos enamorados de estos bosques.
Algunas hayas adquieren formas muy singulares como esta en la que si observais la rama a crecido hacia abajo.
Y seguimos perdiendo altura en busca de tesoros escondidos.
Ahora toca ganar altura, entre grandes bloques cubiertos de musgo, y la alfombra de hojas secas que nos abren paso entre grandes hayas.
Y por supuesto el hayedo es hogar de muchos animales que obtienen en el todo lo que necesitan para vivir, alimento y cobijo.
Al ir ganando altura el hayedo se hace menos tenebroso, el cielo azul se abre ante nuestros ojos.
La zona alta menos humeda y favorable para las hayas pero no menos bella. No obstante hoy hemos venido a recorrer los sombríos recovecos del hayedo, así que descenderemos rapidamente para buscar su abrazo.
El tiempo se nos echa encima, hemos de abandonar este mágico lugar, para ello haremos un descenso directo en busca de la civilización.
Muchos hayedos asturianos son faciles de caminar, pero en los lugares en que estos se asientan sobre vertientes con gran desnivel y afloramientos rocosos, hemos de tener cuidado de no bajar hasta un callejón sin salida que nos deje al borde de un enorme cortado. ¿ Será hoy el caso?
Una espectacular canal cubierta con una gran cantidad de hojas secas en su fondo, parece que se abre entre estos enormes paredones. Intentaremos descender por ella y esperar que tenga salida en el otro extremo.
Para allá vamos.
El extraplomo que cae sobre la canal es impresionante.
Ha habido suerte y el hayedo se vuelve menos agreste y más abierto, volvemos a descender tranquilamente entre grandes ejemplares
Y para terminar el día el hayedo nos desciende ha un hermoso y bravo río de los muchos que tenemos en nuestra hermosa tierra.
5 comentarios:
Espestaculares fotos Jonatan . Que preciosidad de arboles y que acertada descripcion,
Saludos
Espectacular homenaje a las hayas y los hayedos, precioso y las fotos de 10, muy bueno Jonatan, enhorabuena. Saludos.
muy guapu pero a onde tengo que dir pa velos?
Esto sin dudar es lo mio...tengo vistos hayedos de cuento...y es que entre la hojarasca está el paraiso...hermosos siempre los hayedos, para mi tienen algo mágico que no encuentro en ningún otro lugar.
Imágenes de lujazo como siempre
Abrazotedecisivo recién llegada de SOMIEDO.
Precioso reportaje e increibles y preciosas fotos un fuerte saludo.
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